El patrón de Jerez de los Caballeros es san Bartolomé, que aparece reflejado en su escudo con un diablo encadenado a sus pies, simbolizando el triunfo del bien sobre el mal. El culto a San Bartolomé se sitúa en la época visigoda, y desde entonces se viene celebrando una de sus tradiciones más extrañas y ancestrales, aunque no es la única de Extremadura en la que el diablo tiene un especial protagonismo.
El 23 de agosto, en Jerez de los Caballeros, el diablo anda suelto por las calles; sale de la iglesia de San Bartolomé, frente a la que se concentran los niños: una figura vestida de rojo, con cuernos, alas y un rabo negro que espanta a su paso y que ataca a todo lo que se menea. Por eso es tradición que los padres y abuelos hagan artesanalmente cruces con palos y maderas, cruces con las que los pequeños repelen y se defienden de los ataques del diablo, evitando así que los coja.
Tras el recorrido del diablo, habrá talleres y actividades para los niños, juegos, actuaciones, y actos que se prolongarán hasta la madrugada en la llamada “Caseta del Diablo”.
Al día siguiente, el 24, San Bartolomé será sacado en procesión junto con la Virgen del Reposo por las calles de Jerez y continuarán los actos de la fiesta durante todo el día. Por la noche, la celebración culmina en el Llano de Santa María, donde a partir de las 22´00 horas, tiene lugar la «quema del rabo del diablo», un acto simbólico en el que se quema la figura de un diablo y una diabla, dos monigotes ataviados con ropas viejas y cabezas de cartón piedra realizadas por artistas locales. Tras la quema, refrescos, cerveza, bocadillos de jamón y con «rabito del diablo» como aperitivo para el público asistente.
Marga G.-Chas Ocaña