El Castillo de Montánchez, se sitúa en el centro de un triangulo formado por Cáceres, Trujillo y Mérida, en la Alta Extremadura, dominada por la Sierra de Montánchez que separa las cuencas del Tajo y del Guadiana. La amplia llanura, con varios ríos que la fertilizan y enriquecen con fauna y flora abundantes. Solo cuenta con un cerro que representa la cota mas elevada de terreno y sobre el que se asienta el castillo, adaptándose al terreno de forma irregular.
Se trata por lo tanto de un castillo roquero, cuyas funciones eran la vigilancia, facilitada por la altura del emplazamiento dominante sobre el valle, y la defensa, lo escarpado del roquedo dificultaba enormemente el acceso, haciéndolo prácticamente inexpugnable. En el valle, bajo su protección hay varios núcleos de población.
Por lo que sabemos, el origen de la fortificación es arabe, aun quedan restos de su primera etapa, como los aljibes y parte del trazado. Tras la Reconquista pasa a manos cristianas y es entregado para su administración a la Orden de Santiago, en esta etapa medieval alcanza su mayor protagonismo y sufre repetidas modificaciones hasta alcanzar su aspecto actual.
El Castillo de Montánchez está construido en mampostería, con relleno abundante de cal y ripio. Si cuerpo principal es la Torre del Homenaje, con cuatro alturas, de la que se conservan la caja de muros y la distribución interior en varias dependencias, como la sala de armas, una sala noble, una cámara y en la planta inferior el silo para almacenamiento de grano. De planta cuadrada y dispuesta en paños rectos, de cortina para su mejor adaptación al terreno
A la puerta de acceso principal se llegaba por un camino empedrado que ascendía a lo largo de la muralla del castillo, alta, almenada, con torreones cilíndricos macizos de refuerzo, lo que lo convertía en una trampa para los enemigos y construya una primera línea de defensa.
Marga G.-Chas Ocaña