Buscando los orígenes del gusto de los extremeños por los graffittis y el Arte Urbano, descubrimos otra de las maravillas culturales que hace de Extremadura un destino úico para el turismo cultural: sus pinturas rupestres,
En conjunto, Extremadura posee un valioso patrimonio de representaciones pictóricas y grabados prehistóricos especialmente abundantes y concentrados en algunas zonas cercanas a las serranías donde se encontraban los antiguos enclaves, como Cabeza de Buey, entre las serranías de La Serena y La Siberia o las serranías y riberos del Parque Nacional de Monfragüe.
En su mayoría son representativos de lo que se conoce como pintura esquemática, que se caracteriza porque las figuras quedan simplificadas a sus elementos más representativos; tienden a la “abstracción” lo que las sitúa como pertenecientes a sociedades más “modernas”, organizadas y productivas.
La pena es que muchos de ellos no son accesibles. Están están localizados en pequeñas cuevas y abrigos, la mayoría de ellos sin señalización o situados en terrenos privados sin acceso público.
Precisamente por eso Extremadura cuenta con dos museos dedicados por completo al Arte Rupestre: el Cetro de interpretación de la Cueva de Matravieso, en Cáceres y el Centro de Interpretación de la Pintura Rupestre de Extremadura de Cabeza del Buey, en Badajoz, con varias Salas de Exposiciones y que además puede facilitar valiosa información para la organización de una visita a las pinturas en sus enclaves naturales.
El Arte Rupestre Extremeño ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Marga G.-Chas Ocaña