Durante la dominación árabe el Tajo, La zona de Monfragüe gana protagonismo como frontera natural. La zona que permaneció bajo dominio musulmán recibió el nombre de “Al-Mofrag”, que significa “el abismo” o “el cruce de caminos”. Se dice que edificaron una gran fortaleza con cinco torres y dos murallas defensivas, pero apenas quedan los cimientos debido a las continuas remodelaciones a manos de los cristianos, que la tomaron definitivamente en el siglo XII tras numerosas contiendas entre los almohades y varias ordenes militares cristianas. En la actualidad el Castillo de Monfragüe es utilizado por los numerosos visitantes del Parque y se permite subir a la Torre desde donde se pueden disfrutar unas incomparables vistas.
También corren numerosas leyendas de la época de la guerra civil ya que sus montes acogieron a los maquis de la comarca: destacando los grupos comandados por los célebres guerrilleros conocidos como el “Francés”, “Quincoces” y “Chaquetalarga”.
Una larga historia con la naturaleza como protagonista y artífice de la belleza y regeneración del parque, hasta que la intervención del hombre a finales de los años 60, con la construcción de las presas de Torrejón y Alcántara alteró irreversiblemente el paisaje dejando las orillas del Tajo sumergidas junto con la riqueza ecológica y etnológica que allí se concentraba. Además el anuncio de la construcción de una industria papelera en la zona, desencadenó la tala de especies autóctonas y creación de estructuras de terrenos con terrazas, para lo que se utilizó maquinaria pesada, con el fin de la reforestación con especies de crecimiento rápido para su aprovechamiento industrial, con el consiguiente deterioro y alteración del ecosistema. Hasta que la lucha por su declaración como Parque Nacional consiguió frenar definitivamente este tipo de acciones que ponían en serio riesgo la conservación de Monfragüe.
Marga G.-Chas Ocaña